Son realmentes las personas que no han vivido nada y, por tanto no han sido decepcionadas por la vida ni por la gente y aquellas que por el contrario han vivido tanto y sufrido todas esas experiencias tantas veces que ya no les dan importancia, los que conocen la realidad de la felicidad, la pureza, la inocencia y la belleza.
Es ley de vida que, como en un ciclo cerrado, nazcamos en esa inocencia, que la vida nos hace olvidar a base de palos, y que de la misma forma termina por devolvernosla. Tal vez el secreto está en que antes de que la vida nos lo tenga que enseñar por "viejos", seamos capaces de aprenderlo nosotros mismos durante la juventud y así disfrutar de una vida más plena.
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