No llegará muy lejos, de seguro, quien nunca sienta
cansancio ni desaliento, pues esos arrebatos desaliento suelen ser pasajeros, y
no más que síntomas de la conciencia de que se cobra nuevas fuerzas para
aspirar a serlo todo.
Conversa con el universo. ¿Que se pierde tu voz? Más
vale que se pierdan tus palabras en lo inmenso del cielo a que resuenen entre
cuatro paredes. Vale más ser ola pasajera en el océano, que charco
muerto en la hondonada.
Ese empeño que muestras ahora por fijarte un camino y trazarte un plan de
vida. ¡Nada de plan previo, que no eres edificio! No hace el plan a la vida,
sino que ésta lo traza viviendo. No te empeñes en regular tu acción por tu
pensamiento; deja más bien que aquélla te forme, informe, deforme y transforme
éste. Vas saliendo de ti mismo, revelándote a ti propio; tu acabada
personalidad está al fin y no al principio de tu vida; sólo con la muerte se te
completa y corona. El hombre de hoy no es el de ayer ni el de mañana, y así
como cambias, deja que cambie el ideal que de ti propio te forjas.
Que nunca tu pasado sea tirano de tu porvenir; no son esperanzas ajenas las
que tienes que colmar. ¿Contaban contigo? ¡Que aprendan a no contar sino
consigo mismos! ¿Qué así no vas a ninguna parte, te dicen? Adonde quiera que
vayas a dar será tu todo, y no la parte que ellos te señalen. ¿Qué no te
entienden? Pues que te estudien o que te dejen; no has de rebajar tu alma a sus
entendederas. Y, sobre todo en amarnos, entendámonos o no, y no en entendernos
sin amarnos, estriba la verdadera vida.
Ni lo pasado puede ser más que como fue, ni cabe que lo presente sea más
que como es; el puede ser es siempre futuro.
Espera, que sólo el que espera vive; pero teme el día en que se te
conviertan en recuerdos las esperanzas al dejar el futuro, y para evitarlo, haz
de tus recuerdos esperanzas, pues porque has vivido vivirás.
No te creas más, ni menos, ni igual que otro
cualquiera, que no somos los hombres cantidades. Cada cual es único e
insustituible; en serlo a conciencia, pon tu principal empeño.
El silencio que en son de queja me dices que te rodea, es un silencio
solemne; sobre él resonarán más limpias tus palabras.
No te importe el número de los que te rodeen, que todo verdadero beneficio
que hagas a un solo hombre, a todos se lo haces; se lo haces al Hombre. Ganará
tu eficacia en intensidad lo que en extensión pierda. Las buenas obras jamás
descansan; pasan de unos espíritus a otros, reposando un momento en cada uno de
ellos para restaurarse y recobrar sus fuerzas.
Todos tus amigos son a aconsejarte: “ve por aquí”, “ve
por allí”, “no te desparrames”, “concentra tu acción”, “oriéntate”, “no te
pierdas en la inconcreción”. No les hagas caso, y da de ti lo que más les
moleste, que es lo más que les conviene. Ya te lo tengo dicho: no te aceptarán
de grado lo tuyo; querrán tus ideas, que no son en realidad tuyas.
Toma la vida en serio sin dejarte emborrachar por ella; sé su dueño y no su
esclavo, porque tu vida pasa y tú te quedarás. Y no hagas caso a los paganos
que te digan que tú pasas y la vida queda… ¿La vida? ¿Qué es la vida? ¿Qué es
una vida que no es mía, ni tuya, ni de otro cualquiera? ¡La vida!
Haz lo que todos hagan, poniendo, al hacerlo, todo tu espíritu en ello, y
será cuanto hagas original por muy común que sea.
Extractos del texto "Adentro" de Miguel de Unamuno.