martes, 25 de junio de 2013

Replantearse la vida...



Durante años he sido ejemplo de felicidad, de positivismo, de pureza de un alma que, encerrada, lucha constantemente en una batalla por mantenerse en ese estado.

Sin embargo, la realidad se torna diferente a medida que va pasando el tiempo. Te das cuenta de que todo a tu alrededor cambia, evoluciona, y tú sigues estancado en tu propia burbuja, en una especie de mentira que tu mismo has creado para protegerte del mundo.
La gente con la que convivías estaba en el mismo momento vital que tu, pero ya no lo están. Ellos pasan a un nivel superior y tú sigues ahí, esperando a un amor que nunca llega, necesitando a gente que ya no te necesita, e intentando mantenerte en tu posición. Pues de otra forma estarías vacio, sin metas ni aspiraciones. Pero te vas dando cuenta de que esas metas a las que aspirabas nunca llegan, que aquello que te hacía feliz ya no lo hace. Necesitas algo, pero no sabes qué, y vuelves a esa extraña sensación familiar y complicada previa a la madurez en la que estás perdido. Es como un paso atrás en tu crecimiento personal.
Pero ya has estado ahí, ya conoces todo eso, y llegados a este punto solo existen dos opciones: hundirte en tu propia miseria compadeciéndote de ti mismo, o cambiar tus metas y replantearte toda tu forma de vida.
La elección es fácil.
Llevarla a cabo...ya veremos que tal.

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